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Diversas teorías indican que Cristo siguió la tradición de los magos judíos para curar enfermos con aceite hecho a base de cannabis. Un reciente hallazgo de restos de THC en un altar en Israel consolida la hipótesis.

¿Habrá probado el Mesías la flor del cáñamo? ¿Habrá sido gracias a las cremas y los aceites de la planta de la marihuana que obraron ciertos milagros de Jesús y así caminaron los doblados y dejaron de convulsionar los poseídos y volvieron a mirar los ciegos, mucho antes de que sepamos los humanos de la medicina moderna qué son el glaucoma, la epilepsia y el reuma o la artrosis?

Los recientes hallazgos de restos de cannabis en un altar judío del santuario de Arad, en Israel, donde los adoradores de Judea se encerraban 800 años antes de Cristo en trances mágicos para conectar con Dios -ahora se sabe que inmersos en nubes de humo y vapor marihuano-, consolida un camino social y cultural sobre el que siempre hubo referencias pero que se consolidó como probable hace casi un siglo, cuando una profesora de lingüística polaca llegó a la conclusión de que la palabra kaneh-bosem, muy presente en el Antiguo Testamento como ingrediente clave de la Santa Unción, estaba mal traducida por los griegos: “el junco aromático” mencionado en el Éxodo no era otra cosa que cannabis, tan perfumado como poderoso para sanar cuerpo y mente.

Así como para la mitología védica las plantas de cannabis brotaron de los pelos que se le cayeron al dios Visnú, y es una de las cinco plantas sagradas que el dios Shiva ofreció al mundo, o tal como Buda permaneció seis años bajo una dieta exclusiva de semillas de cáñamo mientras buscaba el camino a la Iluminación, el origen del cristianismo aparece también muy ligado a la tradición de esta planta ancestral.

Los antiguos judíos consumían cannabis en infusiones con vino, hacían aceites poderosos que los chamanes del antiguo gnosticismo cristiano se untaban por todo el cuerpo para acercarse a Dios, algo que también hacían otras culturas en la misma época -hace 2.700 años-, como los Gushi del desierto de Gobi, en China. En el camino espiritual todas las religiones de oriente aprovecharon la capacidad psicoactiva de la planta para sus ritos sacramentales, cuando no existían la palabra ni el concepto “droga”.

“Puede haber pocas dudas sobre el papel del cannabis en la religión judaica”, dijo años atrás Carl Ruck, profesor de mitología clásica en la Universidad de Boston. La Enciclopedia Británica en su volumen 5 de 1854 publicó: “Algunos comentaristas bíblicos importantes sostienen que la hiel y el vinagre, o el vino mirra ofrecido a nuestro Salvador inmediatamente antes de su crucifixión, fue con toda probabilidad una preparación de cáñamo, e incluso hablan de su uso anterior”.
La palabra kanah-bosm aparece en el Éxodo (30:22-23), cuando Dios, desde un arbusto en llamas prendido fuego, le pasa a Moisés la receta para el aceite mágico de la unción y el incienso sagrado, exclusivo para los sacerdotes, los hijos de Aarón. Dios le dice a Moisés que mezcle mirra, canela, cannabis (traducido como “cálamo aromático”) y aceite de oliva. Y le ordena: “Unge a ellos como ungiste a su padre, para que me sirvan como sacerdotes. Su unción será un sacerdocio que continuará durante las próximas generaciones”.

El investigador canadiense Christ Bennet recuperó la investigación de la antropóloga Sula Benet, quien fue la que en 1936 descubrió el error de traducción del Antiguo Testamento, y quien en sus ensayos “Tracing One Word Through Different Languages’ (”Buscando una palabra en diferentes idiomas”, de 1936) y “Early Diffusions and Folk Uses of Hemp” (Difusiones tempranas y usos folclóricos del cáñamo, de 1975), demostró que los términos hebreos “kaneh” y “kaneh-bosm” identificaron el cannabis.

La científica rastreó el término moderno a lo largo de la historia y encontró similitudes con el término posterior en la Mishná (la Torá oral de los judíos), kanabos, que apelaba al cannabis y que se parece demasiado a la antigua palabra asiria kunubu (también traducida como qunubu ), que se usaba en rituales similares al de kaneh bosm por los judíos antiguos. Esta palabra apareció en Éxodo 30:23, en el Cantar de los Cantares 4:14, Isaías 43:24, Jeremías 6:20, Ezequiel 27:19 apela al término keneh (o q’aneh) sin el bosem. Benet explicó que, kaneh-bosm se tradujo erróneamente como calamus o “cálamo”, en español.
Sesenta años más tarde, Bennet comenzó a buscar información para desarrollar la conexión entre los ritos pre cristianos y el rol de la marihuana en la vida revolucionaria de Jesús, y empezó a publicar sus investigaciones en revistas cannábicas, como la célebre High Times, y luego en su libro “Sexo, drogas, violencia y la Biblia”.

No es el único, un bestseller del New York Times recientemente publicado, el libro llamado The Immortality Key, de Brian C. Muraresku, sugiere que el cristianismo primitivo y Jesús fueron influenciados por el culto a Dionisio y sirvieron un vino infundido con drogas psicodélicas en la Eucaristía. El libro recorre la hipótesis alrededor de cómo la psicodelia pudo darle forma a la creación de las religiones monoteístas, en el que el cannabis jugó su gran papel.

De hecho, el antropólogo Weston La Barre se refirió en 1980 a las referencias bíblicas en un ensayo sobre el cannabis, en adhesión a la hipótesis de Sula Benet. En ese mismo año, el British Journal New Scientist (Diario Británico de los Nuevos Científicos) también publicó una historia que se refería a las referencias hebreas del Antiguo Testamento: “La evidencia lingüística indica que en los textos originales hebreos y arameos del Antiguo Testamento el ‘aceite santo’ que Dios ordenó a Moisés que hiciera estaba compuesto de mirra, canela, cannabis y casia”.

Bennet explica que el término “Cristo” deriva del griego “Khristos”, del mismo significado que la palabra hebrea “Mesías”, y que traducidas literalmente al español significan “Ungido”. Según el Nuevo Testamento, Jesús no bautizó a ninguno de sus discípulos como los curas bautizan a los bebés en la actualidad sino que les frotaba el cuerpo con un aceite espeso y fuerte. Y convocó a sus doce apóstoles a que hicieran lo mismo: “Y expulsaron a muchos demonios, y ungieron con óleo a muchos enfermos, y los curaron” (Marcos 6:13).

“Después de la muerte de Cristo, el apóstol Santiago sugiere que las personas enfermas llamaran a sus mayores para que los ungieran con el óleo sagrado en nombre de Jesús (Santiago 5:14). Hay que tener en cuenta que en el mundo antiguo, enfermedades como la epilepsia eran atribuidas a una posesión demoníaca y que su curación, mediante hierbas, era considerada exorcismo o milagro. Es interesante que la cannabis haya demostrado hoy su eficacia en el tratamiento no sólo de la epilepsia sino de otras dolencias que Jesús y sus discípulos curaban”, explicó Bennet a Infobae vía Messenger y detalló algunos ejemplos: enfermedades de la piel (Mateo 8, 10, 11; Marcos 1; Lucas 5, 7, 17), problemas en los ojos (Juan 9:6-15) o menstruales (Lucas 8:43-48).

Bennet incluso cita “Los Hechos de Tomás”, un texto apócrifo del siglo III: “Tú, aceite santo, nos fuiste dado para la santificación. Tú eres el enderezador de las extremidades torcidas”. Y otro texto cristiano antiguo, como “Los Hechos de Pedro y los Doce Apóstoles”, del siglo II, relata que Jesús le entregó a sus discípulos una “caja de ungüento” y una “bolsa llena de medicina” con instrucciones para que fueran a la ciudad y sanaran a los enfermos. Cristo les indicó sanar “los cuerpos primero” antes de “curar el corazón”.

El investigador canadiense explica que desde la época de Moisés hasta la del posterior profeta Samuel, el sacerdocio levita chamánico usó el aceite de la Santa Unción para recibir las revelaciones del Señor: “En los albores de la era de los reyes, Samuel extendió el uso del aceite de la unción a los monarcas hebreos al ungir a Saúl (y más tarde a David) como ‘Mesías-rey’. Estos reyes guían a su pueblo con el beneficio de los conocimientos adquiridos mediante el uso del aceite de la santa unción para ser ‘poseídos del espíritu del Señor’”.

Los descubrimientos en el altar de Arad en mayo de este 2020 no hacen más que contribuir a la tradición de la unción santa a base de cannabis. La edición 47 de la revista del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv publicó el artículo “Cannabis and Frankincense en el Judahite Shrine of Arad”, firmado por Eran Arie, Baruch Rosen y Dvory Namdar, quienes analizaron un material oscuro que se había conservado 2.800 años en la superficie de dos monolitos de un antiguo templo judío.

En el altar más pequeño se detectaron residuos de cannabinoides como THC, cannabidiol (CBD) y cannabinol (CBN), junto con una variedad de terpenos y terpenoides, “lo que sugiere que se habían quemado inflorescencias de cannabis”. También se encontraron residuos orgánicos atribuidos al estiércol animal, que indica que posiblemente la resina de cannabis se mezclaba con excremento para permitir un calentamiento suave.

“El altar más grande contenía un conjunto de triterpenos indicativos como el ácido boswélico y el norursatriene, que se deriva del incienso. La presencia adicional de grasa animal, en compuestos relacionados como testosterona, androsteno y colesterol, sugiere que se mezcló resina con ella para facilitar la evaporación. Estos residuos bien conservados arrojan nueva luz sobre el uso de los altares de Arad del siglo VIII y sobre las ofrendas de incienso en Judá durante la Edad del Hierro”, explica la introducción del informe científico.

Ese material negro estuvo sin ser investigado durante 50 años. Los científicos siempre creyeron que se trataba de un incienso. Pero el equipo liderado por Eran Arie decidió buscar su composición química. El descubrimiento al que llegaron podría cerrar el círculo sobre el uso de cannabis como material psicodélico y sacramental.

“Podemos suponer que la fragancia del incienso dio un ambiente especial al culto en el santuario, mientras que la quema de cannabis llevó al menos a algunos de los sacerdotes y fieles a un estado religioso de conciencia, o éxtasis”, dijo Arie a la revista Newsweek, y agregó: “Es lógico suponer que esta fue una parte importante de las ceremonias que tuvieron lugar en este santuario. La nueva evidencia de Arad muestra por primera vez que el culto oficial de Judá, al menos durante el siglo VIII a.C., incluía ingredientes alucinógenos. Podemos suponer que el estado alterado de conciencia religiosa en este santuario fue una parte importante de las ceremonias que tuvieron lugar aquí”.


Los científicos del Museo de Jerusalem aseguran que esta es la primera evidencia del uso de alucinógenos en la religión judía: uno de los recipientes tenía marihuana (AP)

Bennet explica que en la Torá, la columna de humo que se levantó ante Moisés en la Tienda de la Reunión se conoce como la “Shekinah” y se identifica como la evidencia física de la presencia del Señor. Ninguno de los otros hebreos en el relato del Éxodo ve ni escucha al Señor, solo saben que Moisés está hablando con el Señor cuando sale humo de la Tienda de la Reunión.

“Es difícil no ver todos los elementos clásicos del chamanismo en juego en esta descripción del encuentro de Moisés con Dios, y al igual que el profeta Zoroastro, Moisés puede ser visto como una figura chamánica extática que usaba cannabis como un medio para buscar consejos celestiales. Tales técnicas de invocación ciertamente ocurren en la magia posterior”, explica Bennet.

Para el investigador, el mago Moisés escudriñó los mensajes del Señor en un acto de capnomancia bíblica, un uso tradicional del cannabis en rituales mágicos que se llevó a cabo en círculos ocultistas hasta los tiempos modernos.
Bennet cita a Ernest Bosc De Veze, quien también escribió un Tratado sobre el hachís (la resina de la marihuana), en 1904 que describió el uso del cannabis en la adivinación con humo: “la capnomancia para la adivinación, se usa con el humo obtenido de plantas psíquicas como la verbena, el hachís o el cáñamo indio”.

Para Chris Bennet, el camino hasta Jesús es directo. Por eso se pregunta: “¿Qué dirá el mundo cuando descubra que algunos siglos después de este antiguo uso judío, los cristianos usaban cannabis por sus propiedades curativas milagrosas, así como en rituales de iniciación enteógenicos? Jesús tomó el uso restringido de cannabis de los sacerdotes y reyes y lo llevó a la gente. Jesús era un activista del cannabis”.

Lo dice, de alguna manera, el Nuevo Testamento: “Pero la unción que recibieron de Él permanece en ustedes, y no tienen necesidad de que nadie les enseñe; así como la unción misma enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella les ha enseñado, permaneced en Él.” (Juan 2:27). Al parecer, Sula Benet tenía razón.

Fuente: Infobae